Como expresar los propios deseos

Miércoles, 19. Febrero 2014

        Expresar lo que a uno le gusta, lo que uno espera de la pareja, la actitud que se aprecia del compañero o compañera no és nada fácil. A veces, se está confuso sobre lo que uno desea realmente, en otros momentos se está muy seguro de lo que uno quiere del otro, pero hay dificultades en pedir por miedo a que nos digan "no" ó porque hay demasiado orgullo como para "rebajarse" a formular la demanda.

      El problema es pues, ante todo, el de conocer nuestros propios sentimientos y pensamientos, el de ser consciente de nuestras contra­dicciones y confusiones: "¿qué queremos, necesitamos o deseamos de la pareja?", "¿se lo decimos claramente?".

LA SINCERIDAD

      Es imprescindible aprender a hablar directamente con nuestro cónyuge para evitar la confusión o la ambigüedad. Así podríamos decir de una manera indirecta:" estoy seguro de que te haría bien ir esta noche al cine..." en vez de decir claramente: "tengo ganas de ir esta noche al cine y me gustaría que vinieses."

      Otro ejemplo en forma de queja podría ser: "nadie se ocupa de mí..."; cuando sería más directo y claro diciendo: "me gustaría que te quedases conmigo esta noche, me siento solo."

      Para una buena comunicación las palabras "todos", "la gente", "nadie" no tendrían que utilizarse para hablar con la pareja. Todas estas palabras impersonales hacen confundir a la pareja y las peti­ciones no parecen dirigidas al cónyuge. Las palabras para expresar deseos y necesidades en la relación son "yo" y "tú".

      "Yo quiero o deseo esto de tí" es la frase que debe guiar las peticiones a la pareja, directamente sin dar rodeos ni hablar de forma impersonal. Si uno desea algo es necesario implicarse y utili­zar la primera persona del verbo "yo necesito".

     Hay que evitar anticiparse al "no" del cónyuge. Algunos suelen decir "no se lo pido porque ya lo conozco, ya se que no le gusta ir al cine, me diría que no, otras veces me ha sucedido" . Las palabras "siempre" o "nunca" deberían estar prohibidas en el vocabulario de la pareja. Las personas no somos máquinas y, por tanto, tenemos posibi­lidad de cambiar nuestros gustos, deseos, necesidades, comporta­mientos, actitudes según el momento y las circunstancias.

        En muchas ocasiones no pedimos al cónyuge por miedo al rechazo, por temor a que nos diga que no; preferimos no saber la respuesta antes que oír un "no" y, sin darnos cuenta, estamos adelan­tando la negativa al no dar la oportunidad de una respuesta al compañero. Bajo el pretexto de respetar la libertad de nuestro cónyuge haremos muy mal en excluirle con una frase seca como: "yo me voy al cine; tú puedes hacer lo que quieras en este tiempo...". Es el miedo a su negativa lo que hace que actuemos de esta modo. Es prefe­rible que formulemos nuestro deseo de esta manera: "tengo ganas de ir al cine, si quisieras venir conmigo me darías un alegrón, pero si tienes otra cosa que hacer o no te apetece, nos encontraremos luego".

      Se puede dar el caso de que sintamos la necesidad de hacer algo sin el cónyuge, hacer algo en soledad o salir con unos amigos. Entonces es importante ser sincero con la pareja y decírselo directa­mente: "tengo ganas de ir sola al cine. Hace tiempo que no lo hago. ¿ te molesta?. Ya te contaré la película." La manera falsa de decirlo y que invita a los malentendidos sería: "veo que estás cansado y no te voy a pedir que vengas al cine conmigo, mejor que te quedes descansando". La pareja, entonces, puede reaccionar de dife­rentes formas, puede decir que no está cansado y que se apunta al cine, o bien, se da cuenta de la estrategia y no dice nada, aunque se sentirá manipulado; por otro lado,se puede quedar sorprendido saber por su pareja que él está cansado y que no tiene ganas de salir, él aún no se lo había planteado y su amada ya le da el diagnóstico de cómo se encuentra.    

  PEDIR Y SABER DECIR "NO"

        Amarse no quiere decir querer las mismas cosas, por el contrario, amarse quiere decir tener el derecho de expre­sar los deseos de cada uno y satis­facerlos. Buscar el equilibrio entre la independencia y la dependencia, entre la libertad y el compromiso.

      No deben existir obligaciones en la relación de pareja, aunque sí el compromiso de respetar los deseos de uno mismo y los del compañero. Primero hay que ser sincero con uno mismo "¿qué deseo?" y,

después ser sincero con la pareja. Los dos miembros de la relación han de aprender ha decir "no" al otro y también aprender a aceptar las negati­vas.

      Por otro lado, también se pueden hacer pactos o concesiones, un día se puede renunciar a los propios deseos para satisfacer a los del compa­ñero, pero en contrapartida otro día será al revés: "hoy hago lo que tú quieres, mañana lo haces tú por mí."

      Respetar los deseos del otro es también respetar mis deseos y con ello, respetar a la "persona".

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