Ser padres

 La tarea de ser padres es difícil y solamente existe una forma de aprender: la experiencia y los errores. La primera escuela de los padres ha sido su infancia, a partir de sus primeras vivencias con su propia familia de origen. El padre puede haber recibido una educación muy rígida y la madre una educación muy permisiva, cada uno intentará imponer su criterio en los hijos del matrimonio. Aquí vienen los primeros conflictos para el hijo. La madre criticará a su marido, por ser tan duro: "no tienes sentimientos, eres demasiado severo, son sólo unos niños"; el padre, a su vez, criticará a su mujer por ser demasiado blanda: "los mimas demasiado y esto les perjudica".

El problema de la pareja consiste en no ponerse de acuerdo en cuanto a las normas familiares de convivencia. Para ello, la pareja de padres tiene  que discutir hasta llegar a un acuerdo y cunplirlo. Es necesario que cada padre sea, a la vez: firme, comprensivo y cariñoso. No es bueno que cada uno asuma un papel diferente. Por ejemplo, que el padre haga de bueno (tolerante, cariñoso) mientras la madre asume el papel de mala (severa, rígida). Los dos padres han de poder poner límites a los hijos sin perder por eso su actitud cariñosa y amorosa .

Para que los progenitores puedan ponerse de acuerdo es imprescindible que lleven al día los coflictos en su relación de pareja. Esto quiere decir que puedan separar sus problemas como amantes y las dificultades como padres. Si los problemas conyugales se mezclan con sus hijos, toda la familia queda gravemente trastornada. Es cuando un padre se alia con alguno de sus hijos en contra de la pareja. Los dos pierden su autoridad ante los hijos y éstos se verán desprotegidos e inseguros.

Es indispensable que los padres, ante la tarea de educar a sus hijos, no descuiden su relación de pareja. El niño entonces siente que pertenece a la pareja y no sólo a uno de sus progenitores. El niño no cae en la ilusión de que es el centro de atención y afecto de uno de sus padres y aprende a compartir el amor con toda la familia, ganando en independencia y seguridad en sí mismo. El niño debe aprender cuál es su sitio en la familia.
NO EXISTEN PADRES PERFECTOS Y TAMPOCO EXISTEN HIJOS PERFECTOS. SER HUMANO ES COMETER ERRORES Y APRENDER DE ELLOS.           

F. Dolto, especialista en niños decía: "no tenemos nada que imponer a los niños. En mi opinión hay una sola manera de ayudarlos: siendo auténticos nosotros mismos y diciendo a los niños que no sabemos, pero que ellos deben aprender a saber; que nosotros no fabricamos su porvenir, sino que lo crearán ellos."

Cada familia tiene sus creencias y normas particulares. No existe una receta, cada familia debe buscar sus métodos de convivencia. Ahora bien, existe algo fundamental y universal para todos: cuánto más demostremos, con o sin palabras, el amor incondicional por los hijos más educamos para la libertad y la seguridad de ser uno mismo.      

Los padres deben darse permiso para no ser perfectos y tolerar los errores en la educación de sus hijos. Los padres deben admitir ante los hijos cuando no saben: "los errores lastiman menos cuando proceden del amor torpe, cuando la confianza y el respeto recíproco crean la atmósfera del intercambio."

Relacionarse con los hijos como personas con los mismos derechos y necesidades que los adultos. Hablar con ellos, desde que están en el vientre de la madre. Desde ese mismo momento se empieza el diálogo  y el intercambio de afecto entre padres e hijos.

Autenticidad en cada momento, sinceridad, poder expresar todo tipo de emociones (enfado, tristeza, amor, miedo). Otra faceta importante es el juego entre padres e hijos. Si los padres pueden ser infantiles con sus hijos, los niños pueden mostrarse auténticos y ser más ellos mismos. El padre puede simular que tiene cuatro años, jugando a los caballitos o haciendo muecas sentado en el suelo y el niño puede jugar a ser mayor, cortando el pan y sirviendo hortalizas, mientras el padre ocupa la sillita del niño y se queja de tener que comerlas. La madre puede quejarse a su hijito, después de una dura jornada de trabajo de dolor de nuca y pedirle un masaje en el cuello. El hermanito y la hermanita pueden ser "papá y mamá" y enviar a los padres a dormir, mientras ellos se quedan  viendo la televisión.   
Estos juegos, además de diversión, son muy educativos, tanto para padres como para los hijos. Para los progenitores sirve para relajarse tanto mentalmente como físicamente de las responsabilidades del adulto.       

"Promover los derechos de los niños a ser ellos mismos es probablemnete la función más importante de los progenitores. Ninguna otra relación puede ser tan honesta o tan íntima como la que tenemos con nuestros padres. Por lo tanto, cuanto mayor sea la desnudez emocional que el niño percibe en sus padres, más preparado estará para enfrentar los momentos de desnudez que verá en sí mismo, y en otros, en su mundo adulto".  
      Carl Whitaker

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