Teràpia familiar: entrevista a Salvador Minuchin

En esta entrevista, realizada y presentada por Richard Simon, editor de The Familiy Therapy Networker, Salvador Minuchin nos habla de la psicoterapia tal como él la ve; revisando en forma aguda los nuevos desarrollos de la terapia familiar y sus propia evolución como terapeuta y persona, sus cambios, virtudes y limitaciones a lo largo de los años, matizando sus opiniones con anécdotas y relatos casi confesionales.

Introducción

Hace ya casi veinte años que vi por primera vez a Salvador Minuchin en acción. En esa época, yo era un joven graduado, ingresado unos meses antes a mi primer trabajo clínico. En la universidad,por supuesto había leído libros de Minuchin (Families of the slums y Families and family therapy 2 ) que eran, hasta donde yo sabía, textos prácticamente sagrados, pero no lo había visto hacer terapia en persona. El campo familiar estaba en la cima de su fase mesiánica - "debemos-cambiar-el-mundo" - y Minuchin, en su férrea oposición a la ortodoxia psiquiátrica, era a la vez su líder visionario y sabio clínico.

Entonces mi viaje a la Philadelphia Child Guidance Clinic para un workshop introductorio que Minuchin dictaba ecarca de terapia familiar estructural era más que la búsqueda de un certificado. Era una peregrinación hacia el lugar que Minuchin había convertido en la Meca misma de la terapia familiar, una iniciación en los misterios de cómo poner a trabajar las volátiles abstracciones de la teoría de los sistemas transformando vidas.

Parado frente a una audiencia de 200 terapeutas, Minuchin, un compacto y vivaz hombre con acento latino tan marcado como su bigote negro, exudaba un brusco aire directivo a contramarcha de la cultura tradicionalmente pacifista de la psicoterapia. El cielo debía proteger a cualquiera que trastabillase a través de una inaceptable pregunta o intentara decir algo amable acerca del psicoanálisis. Me parecía la persona más confiada que jamás había conocido, como si hubiese escalado hacia la cima de la montaña, visto la Verdad y descubriera que Él la encarnaba. Por suspuesto, él era exactamente el tipo de héroe que yo buscaba. Y cuando comenzó a explicar una estrategia clínica citando de un libro del siglo XVI llamado El camino del Samurai, toda última reserva que podía haber tenido, desapareció por completo.

La pieza central del workshop fue una sesión de terapia familiar en vivo, transmitida a la audiencia a través de un circuito cerrado de televisión. Una vez que la entrevista comenzó, el aura intimidatoria de Minuchin se disolvió y se convirtió en una especie de sabueso terapéutico - paciente, respetuoso, infinitamente curioso, frecuentemente juguetón, sorpresivamente amable, pero por sobre todo absolutamente abocado a dar cuenta del rompecabezas que estaba manteniendo el problema que la familia intentaba resolver. A veces Minuchin se echaba atrás en su sillón y daba largas pitadas a su cigarrillo mientras preguntaba a la familia. Hiperalerta a cada gesto de ella, a cada pausa, a cada cambio de humor, Minuchin parecía abrevar información a través de todos sus poros mientras mantenía su interrogatorio.

El hecho es que una vez visto Salvador Minuchin trabajando, una pequeña parte de él se mantiene indeleblemente viva en alguna parte adentro de uno. A lo largo de los años formativos de la terapia familiar, él se convirtió en el modelo con el cual los terapeutas comparaban su mejor trabajo, y cuando fracasaban miserablemente con una familia, se preguntaban a si mismos qué es lo que Minuchin hubiera hecho. Desde su temprano trabajo con delincuentes y sus familias en la escuela Wiltwyck de Nueva York, en los años sesenta, hasta su larga administración en la Philadelphia Child Guidance Clinic, él fue, probablemente, el más renombrado - y más imitado - terapeuta familiar en el mundo.

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