La enfermedad del alcoholismo

1. ACTITUDES  DE LA PERSONA CON PROBLEMAS DE ALCOHOLISMO

Los juegos de alcoholismo son las relaciones que la persona adicta al alcohol suele establecer con los demás. Según C. Steiner, existen tres actitudes básicas:(6)

1) Actitud de "Ebrio y Orgulloso": suele ser el bebedor "social" que no acepta tener problemas con el alcohol y que se niega rotundamente a hacer tratamien­to. Suele decir que bebe "lo normal". Suele estar casado y tiene hijos, trabaja y se las arregla para que las cosas vayan "normalmente".

 Generalmente la actitud del consumidor es que, o bien tiene una conducta cada vez más agresiva con la familia, sobre todo, los días de borrache­ra; o, por el contrario, tiene una conducta pasiva, no colabora ni interviene en la familia; "va del trabajo, al bar y del bar a la cama, es como un fantasma".

 La esposa u otros familiares son los que buscan ayuda (recursos económicos, dificultades familiares o asesoramiento profesional).

En estos casos todo el trabajo del profesional está en concien­ciar a la pareja de la enfermedad del alcohol y de la solución: tratamiento especializado. Si el consumidor "Ebrio y Orgulloso" acude al Servicio es importante no confrontarlo con su problemática, si él no lo verbaliza. La actitud del profesional ha de ser la de capacitarlo, empatizar con él y darle la responsabilidad de las decisiones, ofreciendo la posibilidad de un diagnóstico, valoración u orientación en un centro especializado. También se puede derivar al familiar al Centro del alcoholismo de referencia para un trabajo de actitudes y conductas facilita­doras ante la enfermedad del alcoholismo.

  (5) "Juegos de Alcoholismo". C. M. Steiner. Editorial Cinco si­glos.1979.

IMPORTANTE: "no engañar ni mentir al consumidor, tampoco confrontarlo con su problema. Es indiferente para el profesional la cantidad de alcohol que consume. Aceptar que bebe lo "normal" y trabajar sobre los problemas familiares. Evitar el papel de "Salvador":

"¿no se da cuenta de que bebe demasiado? ";  evitar el papel de "Perseguidor": "usted es alcohólico y necesita tratamiento, está hacien­do daño a su familia".

Potenciar la actitud neutral y adulta, por ejemplo: "si usted quiere puede beneficarse de un diagnóstico en un centro espe­cializado, usted es responsable y sabe si le conviene o no". Nunca hay que insistir, ante la negativa del consumidor abusivo hay que seguir trabajando con la familia. La respuesta del consumidor no depende de las artes de persuasión del profesional, sino de la fuerza de la familia y de la crisis personal del consumidor.

 2) Actitud de "Ebria Doméstica": es practicado con más frecuencia por la mujer consumidora de mediana edad, que tiene franca carencia afectiva y se siente sola . La mujer consumidora busca un Salvador y se siente deprimida (víctima). Suele beber en casa y, a menudo, de escondidas de la familia. A la larga, la depen­dencia va aumentando hasta llegar a la crisis familiar. En muchos casos llega a Servicios Sociales por demandas de becas para los niños, ayudas económicas o por denuncia de la escuela ante la detección de dificultades escolares de los hijos.

 El Ebrio Doméstico acepta la ayuda del profesio­nal, aunque a veces tarda tiempo en verbalizar su consumo, necesita adquirir confianza en el profesional.

 En estos casos hay que priorizar la empatía y el "enganche" con el profesional, para después abordar el problema del alcohol y hacer la derivación.

La implicación de los familiares es importante. La culpabilidad y la vergüenza son los sentimientos que suelen acompañar a la mujer consumidora. Suele haber consumo de pastillas (tranquilizan­tes, antidepresivos) mezcladas con el alcohol. Existe una alta accidentabili­dad doméstica (cortes, golpes, caídas). En algunos casos existe el "síndrome del nido vacío" con la independencia de los hijos y una insatisfacción matrimo­nial. Su posición existen­cial es: "nadie me quiere".

3) Actitud de "Ebrio Consuetudinario": es el más autodestructivo. Su posición existencial es: "yo no sirvo para nada, estoy mal y tú estás bien".

 Suele llegar con facilidad a Servicios Sociales o instituciones benéficas, suele ser la persona "indigente", que suele vivir solo ( en una pensión, en una barraca o en la calle). En estos casos es importante poder trabajar los aspectos de supervivencia (comida, alojamiento, etc) y proponer tratamiento. En muchos casos, el jugador de Ebrio Consuetu­dinario agradece el afecto que le dan los profesionales, a partir de los recursos de supervivencia  y suele ser un usuario "enganchado" a estos Servicios. Este tipo de consumidor no puede esconder su problema, por la evidencia de su embriaguez, es importan­te no intentar convencer­le de su problemática con el alcohol y realizar, al principio, pactos muy básicos y sencillos de actuación.

Pueden negar su problemática de consumo, pero son dóciles en cuánto a dejarse llevar por el profesio­nal, su mensaje es "hazte cargo de mi, yo no valgo nada". Una vez hay un compromiso serio de abstinen­cia, después de la desintoxicación, pueden haber otros objetivos de trabajo. La coordinación entre el centro de alcoholismo y Servicios Sociales será continuada, es un tratamiento que se hace conjunto entre ambos profesionales.

 Existe en Barcelona el programa “Rauxa” para personas sin techo, que tienen problemas de alcoholismo y hacen un trabajo profesionales especializados en la calle y las cifras dicen que de cada 100 enfermos alcohólicos de este tipo, 25 se recuperan.

 Steiner hizo esta clasificación en el año 1979, en EEUU y, ha sido necesario, añadir otro tipo de alcoholismo, que se da muy frecuentemente en la época actual, en España: el bebedor compulsivo, que aunque ha existido siempre, ahora tiene unas características diferenciales.

 4) Bebedor compulsivo: el bebedor compulsivo suele ser más joven y suele llegar a centro de alcoholismo presionado por la familia o la pareja, pocos son los que piden tratamiento por iniciativa propia. El joven no esconde que consume para “colocarse” o divertirse, pero si suele esconder el consumo de otras drogas ilegales (cocaína, porros, etc). A veces, deja el consumo del alcohol con facilidad, porque es consciente de que pierde el control. Entonces empieza a hacer consumos compulsivos de fines de semana. Puede estar sin beber alcohol entre semana, pero cada fin de semana pierde el control. Cuando bebe la primera dosis ya no puede parar. En otros casos, mezclan el alcohol y la cocaína, para evitar emborracharse, por la combinación del efecto estimulante de la cocaína contrarresta el efecto depresor del alcohol. El resultado es que pueden consumir más cantidad de las dos drogas y la adicción se hace más fuerte.

 La familia no comprende porque el joven no deja de beber, pues si puede abstenerse entre semana, no entienden porque no deja de hacerlo, por ejemplo, cada fin de semana cuando sale con los amigos. La familia deduce que bebe porque quiere, no lo considera un adicto y empiezan a pensar en que el adicto tiene una enfermedad mental. Es importante que el profesional sensibilize a la familia sobre el problema de la adicción, explicando lo que significa la adicción psicológica, que no es necesario beber diariamente para perder el control y tener las consecuencias negativas de la enfermedad, denominada “adicción compulsiva”.

En resumen: "generalmente el alcohólico ansía un mundo sin penas ni conflictos. También busca calor humano. El objetivo en sí no es malo, lo que ocurre es que trata de conseguirlo rehuyendo los conflictos y los problemas."

A menudo, la persona alcohólica se presenta como una Víctima indefensa ante el profesional, si éste inicia un trabajo terapeútico sin poner ninguna condición de compro­miso por parte del alcohólico, el trabajo está destinado al fracaso. Seguramente se obtendrá un período de abstinencia hasta la recaída, entonces el profesional se puede sentir estafado y tratarlo de "incurable" (Perseguidor) o disculparlo porque es un "enfermo" (Salvador). Toda persona con cualquier dependencia es recuperable, la responsabilidad es del consumidor.

La recaída de la persona con problemas de alcoholismo durante el tratamiento es habitual, por tanto suele formar parte del proceso de recuperación y maduración.

2. PAREJA DE LA PERSONA ADICTA: LA CODEPENDENCIA.

El comportamiento de la pareja del individuo con adicción a drogas legales (alcohol, medicación) es muy similar a la del de drogas ilegales (cocaína, heroína,etc), nos referimos a aquella persona que lleva años conviviendo con la adicción y que tiene una actitud maternal o paternal con el compañero proble­mático.

Hace años, en Estados Unidos, se denominó "codependiente" a la persona que convive y se hace respon­sable del cuidado de alguien con una enfermedad  "crónica" (enfermedad mental, deficiencia física, alcoholis­mo, malos tratos, delincuencia, juego patológico, etc); estas personas, a pesar de ser infelices en su relación de pareja, parecen incapaces de buscar un cambio en su vida, suelen sentirse "vícti­mas" y "engancha­das" a la situación.            

Generalmente se trata de personas con baja autoestima, que en sus familias de origen habían tenido vivencias similares. Son personas que viven centradas en ayudar a los demás, se sienten obligadas a dar y a no recibir.

En el libro de R. Nordwood "Las mujeres que aman dema­siado", hace un paralelismo entre la adicción al alcohol con la adicción, de estas mujeres, a las relaciones amoro­sas:

"Los alcohólicos están obsesionados con el alcohol, niegan el alcance del problema, mienten para disimular lo mucho que beben, tienen repetidos e infructuosos intentos de controlar la bebida, sufren cambios anímicos inexplicables, suelen estar ganados por la ira/depresión/cul­pa/resentimiento, caen en la violencia, sufren accidentes debidos a la intoxicación, les embraga el autoodio y la autojustificación y sufren dolencias debido al uso del alcohol".

"En cuanto a las mujeres, basta reemplazar en la enumeración anterior las palabras alcohol o bebida por relación y el símil aparece. Naturalmente, muchos de estos factores se vuelven conscientes sólo en el proceso de recuperación; mientras la dependencia funciona, lo más notorio es la omnipotencia y la negación propias del adicto". ("Yo puedo controlar esto", "En mi caso, todo cambiará cuando...", "La culpa es de Fulano, Zutano o Mengano", "No te metas con este problema, no necesito ayuda".) 

La persona tiene un problema de "codependencia" cuando, a pesar de obtener más sufrimiento que compensaciones en su relación de pareja, se siente impotente para buscar un cambio positivo en su vida.

La persona "codependiente" hace demanda a los Servicios Sociales, en muchas ocasiones, por motivos económicos. A partir del trabajo de seguimiento y la relación empática con el profesional, la problemática de la adicción en la pareja emerge, entonces se pueden presentar diferentes trabajos:

1) Objetivo: mejorar la calidad de vida de la mujer adicta a su relación de pareja y buscar alternativas responsables. A partir de la premisa que  explica R. Norvood: "no podemos cambiar al otro; sólo nos cabe reencauzar la energía para cambiar en nosotras mismas aquello que aún puede ser modificado".

2) Objetivo: buscar estrategias familiares para hacer llegar al compañero con problemas de adicción a un Centro de tratamiento de adicciones.

Se puede realizar un plan de cooperación entre el profesional y la usuaria, dejando que la mujer "codependiente" decida que objetivos quiere que el profesional le ayude a conseguir.

El profesional puede ayudar a la mujer con problemas de "codependencia" a tomar decisiones por sí misma. Los objetivos del trabajo son:

-Concienciación de su realidad actual. Desmitificar las soluciones mágicas o las falsas esperanzas, del tipo: "él me ha prometido beber menos", "con el tiempo mejorará mi situación", "cuando tenga un hijo, todo se arreglará".

-Incrementar su campo de conciencia, en cuánto a la enfermedad de la drogodependencia de la pareja. Buscar alternativas a su situación. Racionalizar la actitud ambivalente: "soy infeliz con él, pero le quiero", "a veces, es odioso, otras es muy cariñoso".

-Responsabilización de su situación. Salir del papel de "víctima" (pasiva, temerosa, dependiente) o del papel de "salvadora" ("sin mí se morirá", "yo soy fuerte, él es débil")

-Aprender a decir "No" a  los demás y tener en cuenta sus necesidades y deseos. Respetar sus sentimientos.

-Aumentar la autoestima y la confianza en sí misma. Recuperar su capacidad para tomar decisiones y cambiar las conductas nocivas.

-Utilizar recursos sociales (trabajo, actividades tiempo libre, grupo de mujeres, talleres, etc).      

En resumen, el trabajo dirigido a mujeres "codependientes", según Linda F. Little, consiste en: "captar e incrementar el campo de conciencia del yo, integrar los opuestos y aprender responsabilidad, madurez, autenticidad, autorregulación y a cambiar la conducta." (Libro "Psicosociologia de la violencia en el hogar", capítulo: "Terapia gestalt con mujeres víctimas de violencia en la intimidad". 1992.

3. ALCOHOLISMO Y RELACION DE PAREJA

El consumo excesivo de alcohol realizado por uno de los esposos, puede resultar tan conflictivo, como la infidelidad conyugal. Digamos que el alcohol distancia a la pareja, igual que si existiera "un tercero en la cama". No se puede ser fiel al alcohol y a la pareja, al mismo tiempo.

Las bebidas alcohólicas están tan integradas en nuestra sociedad, que hay poca conciencia del problema del alcoholismo.

El marido o la esposa pueden quejarse por la falta de comunicación de la pareja, cuando la causa es un consumo abusivo de alcohol. Algunos son bebedores sólo de fin de semana, otras personas beben a escondidas de la pareja, también existen los bebedores permanentes que dicen "beber lo normal" y que no se emborrachan, porque su cuerpo está habituado.  La dependencia que produce el alcohol en las personas es muy sutil, pues se empieza por tener deseos de beber (dependencia psicológica) y se puede acabar en la necesidad de beber, para no encontrarse mal físicamente (dependencia física).

El carácter va cambiando paulatinamente: irritabilidad, agresividad, infantilización, desgana, depresión, aislamiento. La sexualidad desaparece o es totalmente insatisfactoria o es del tipo compulsivo.

La pareja se va distanciando por el resentimiento y las continuas discusiones o por la mutua indiferencia. Mientras existe el consumo del alcohol el malestar de la relación irá creciendo. La terapia de pareja no funcionará mientras exista el consumo del alcohol. Si el compañero/a del alcohólico va al psicólogo, para curar la depresión causada por el conflicto matrimonial, no habrá avances, hasta que se separe o el cónyuge deje de beber.  La solución está en darse cuenta de que el problema del alcohol es la causa del conflicto conyugal. Amor y Alcohol no son compatibles, son opuestos que se repelen. Toda droga es un sustituto de la persona.

En caso de tratarse de un consumo de cocaína, cannabis u otras drogas, se podrían aplicar los mismo conceptos

 

Luís Camino Vallhonrat.

Trabajador social clínico. Terapeuta familiar, especialista en prevención y tratamiento de las drogodependencias y otras adicciones. Formación en terapia familiar sistémica, terapia gestalt y terapia integrativa.

Actualmente trabaja como director del Servicio de Prevención de las Drogodependencias del CAS Fontsanta, atendiendo la población de cuatro ayuntamientos: Cornellà, Sant Joan Despí, Sant Just Desvern y Esplugues de

Llobregat. Barcelona.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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